Esta parte de su educación es importantisima par una vida feliz. Una persona capaz de entender sus emociones y canalizarlas adecuadamente, se relaciona mas fácil y exitosamente con los otros y, sobre todo se acepta a si misma logrando una mayor autoestima. Por eso, ante sus respuestas bordes sigamos estas tácticas:
- No convertirse en un espejo: No hay que responder con enfado a su enfado ni, mucho menos, insultarle o gritarle, aunque el niño lo haga.
- Hay que reconocer su enfado sin quitarle importancia: «se que estas enfadado y lo comprendo, pero…». Y contarle un modo más adecuado de expresarlo: «no me grites, te estoy escuchando»
- Expresarle nuestros sentimientos cuando el se comporta de ese modo: «no me gusta que me grites, me pone nerviosa»
- Pedirle exactamente lo que esperamos de el en ese momento: «cuéntame lo que te ha enfadado tanto sin gritarme»
- Si insiste en gritar, avisarle de que así no será atendido: «Entiendo que estés enfadado, pero deja de gritarme, cuando dejes de gritarme te atenderá»
- Si no reacciona al aviso, darle un tiempo para que se calme.
- Pasado el tiempo de reflexión. Hay que volver sobre el tema porque es importante que pueda resolver su enojo expresándolo sin gritos.
- Siempre hay que referirse a su comportamiento, no a su persona: «Hoy estas muy revoltoso y gritas mucho» y no «eres malo y gritón».
- Si los gritos o malas contestaciones son frecuentes, podemos retirarnos de la actividad que estamos haciendo con el cada vez que utilice un tono inadecuado y volver a estar juntos cuando nos hable bien.
- La regla de oro: reconocer y elogiarle cuando sea capaz de expresar su enfado sin gritos ni malos modos.